Uno de los mayores problemas medioambientales de España, los cinco millones de neumáticos que se han ido amontonando desde hace más de una década en 9,8 hectáreas frente a Seseña, en la linde entre la Comunidad de Madrid y la provincia manchega de Toledo, podrían tener una pronta solución. La Comunidad de Madrid ha impulsado junto a la Junta de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento, todos gobernados por el PP, un proyecto en el que las casi 100.000 toneladas de ruedas usadas —nadie sabe la cifra exacta— serán trituradas para diversos usos. “Siendo cautelosos hay entre 75.000 y 90.000 toneladas de un residuo muy grave por su volumen y tipología”, apunta Mariano González, director general de Evaluación Ambiental del Ejecutivo de Ignacio González. Las Administraciones defienden que la mayor parte del material se reciclará —para hacer desde chanclas a aislamientos térmicos, pavimentos…— y otra parte, en teoría menos significativa, se quemará en cementeras (se han realizado varios ensayos). Las explicaciones no convencen a los ecologistas, que demandan soluciones más sostenibles.
El vertedero se extiende como una gigantesca mancha negra por 98.000 metros cuadrados a la altura del kilómetro 33,500 de la carretera de Andalucía. La parcela, que pertenece en un 70% a Seseña y un 30% a Valdemoro, está a medio kilómetro de la R-4 y justo frente al barrio de El Quiñón de Seseña. A apenas 400 metros de la megaurbanización, construida en pleno boom del ladrillo por Francisco Hernando El Pocero, en la que supuestamente iban a vivir 40.000 personas. En contra de lo que imaginaba, cada día se enfrentan a un paisaje con un toque apocalíptico. El alcalde de Seseña, Carlos Velázquez, cuenta que se han rodado varios videoclips en el océano de ruedas desgastadas. “Con semejante paraje, para no hacerlo”, opina.
En 2003, el cementerio de neumáticos fue declarado ilegal por no respetar las normas medioambientales. La empresa que lo gestionaba, Disfilt SA. Constituida en 1990, contaba con cuatro trabajadores y su especialidad era la fabricación de neumáticos y cámaras de caucho, además de la reconstrucción y recauchutado de neumáticos. Antes de abandonar la parcela tras la finalización del contrato de arrendamiento de los terrenos, la compañía acumuló expedientes administrativos y sanciones que rondaron los 600.000 euros (300.000 de la Junta de Castilla-La Mancha, 150.000 del Ayuntamiento de Seseña y 90.000 de la Comunidad de Madrid).
Se han amontonado casi 100.000 toneladas de ruedas en 9,8 hectáreas
Por haber, incluso hubo una sentencia judicial en enero de 2009. En ella, el juez condenaba al propietario a tres meses de prisión, multa incluida, al considerarlo responsable de un delito contra el medio ambiente. “No había ni luz ni agua en la parcela, y tampoco ninguna canalización hasta la boca de incendio que existía. Ahora la nueva empresa encargada de la gestión de los residuos cuenta con los elementos necesarios para triturar los neumáticos”, observa el director general de Evaluación Ambiental del Gobierno regional. Tras una inspección, la Comunidad tuvo conocimiento en 2009 de que la montaña de ruedas había crecido tanto que había colonizado una parte de Madrid.
“Pese a las sanciones, hasta 2011 se siguieron vertiendo de forma ilegal vertidos”, interviene el regidor de Seseña. Velázquez afronta el futuro con optimismo. “La nueva firma, Gestión de Desechos y Ruedas Iberia, tiene los permisos necesarios y ya está operativa. El ritmo de salida no es todavía el óptimo, porque hasta la semana pasada la parcela no tenía el suministro de luz, por lo que la empresa trabajaba con un generador, pero esperamos que en octubre se esté trabajando a pleno rendimiento, y que incluso se trabaje en tres turnos”, explica. El ritmo esperado es de mil toneladas mensuales.
El objetivo de la empresa encargada es eliminar un millón de kilos al mes
Antes de que se retomaran los trabajos de la trituración de los neumáticos, la empresa pública Tragsa, dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, acometió el pasado verano un cortafuegos de 30 metros de diámetro. “Las parcelas colindantes son de labor, y algunas se dejan en barbecho. La existencia tan cercana de pastos era un riesgo altísimo”, narra el regidor de Seseña. De hecho hubo un incendio en la instalación, que se controló a tiempo. Patrullas del Seprona vigilan la zona para evitar las consecuencias de un fuego de importantes dimensiones. “El humo podría provocar el cierre del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas”, advierten en la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Ejecutivo madrileño.
“Hasta que han arreglado el perímetro, había un peligro tremendo. Un incendio sería muy difícil y muy largo de combatir y de extinguir dado que la combustión de los neumáticos es muy lenta. Aparte de poder cortar el tráfico aéreo, el humo sería tan tóxico que obligaría a desalojar las 11.000 viviendas del barrio El Quiñón de Seseña… Si el viento soplara hacia Valdemoro, pasaría lo mismo”, añade Vicente García, miembro del grupo de Ecologistas en Acción Espartal de Valdemoro. Desde su organización apuntan que un riesgo “más terrenal y real, no hipotético”, es la proliferación de mosquitos en los charcos que se producen a lo largo y ancho de la pesadilla ambiental de ruedas cuando llueve. “El estancamiento del agua es un foco de propagación de enfermedades”, finaliza García.