El cuidado del medio ambiente y la búsqueda de una mayor eficiencia energética requieren aún en España una vuelta de tuerca en la gestión y tratamiento de residuos, uno de los indicativos que dan idea del grado de modernidad de una sociedad. De los 250 millones de toneladas de desechos que se generan anualmente en este país, el 60% acaban en el vertedero, se recicla un 12%, y un escueto 10% se convierte en combustibles alternativos y se quema con el fin de producir energía, según datos de Eurostat del año 2009. En muy diversos rincones del planeta se ha conseguido invertir esa tendencia y en España todo depende de la apuesta por la innovación.
Un grupo de cinco expertos en la materia, reunidos en un desayuno organizado por CincoDías en colaboración con Ferrovial, coincide en que el sector privado ha puesto las herramientas tecnológicas al alcance de las Administraciones para convertir las basuras -desde restos de podas, hasta lodos, neumáticos, envases plásticos y aceites- en un recurso, y añaden que son los Gobiernos quienes deben adoptarlas y dirigir las políticas hacia la penalización del uso del vertedero y, por tanto, a la incentivación del reciclado o la valorización energética.
Según diversos informes, el 10% de la energía primaria española podría atenderse con la quema de desechos. Más a largo plazo, a la vuelta de 40 años, la biomasa a partir de residuos para uso energético tendrá mayor peso que la procedente de cultivos.
La conversación se focaliza hacia la búsqueda de acicates para la inversión en I+D en un sector que pocos años atrás se basaba en la recogida mínimamente selectiva, un escaso tratamiento y en el vertedero como fin de la cadena. Posteriormente vino, en 1996, Ecoembes con el objetivo de promover un Sistema Integrado de Gestión (SIG), basado en la recogida selectiva y recuperación de residuos de envases para su posterior tratamiento, reciclado y valorización. Y no faltan nuevos retos.
En la mesa de debate convergen todos los ángulos: empresa especializada en centros de tratamiento, proveedor de tecnología, Administración, consultoría y universidad. «Lo que precisa el sector es un mecanismo ágil de colaboración público-privada y plataformas tecnológicas donde se pongan en común experiencias de empresas y Gobiernos», demanda Jordi Renom, director de Gestión y Planificación de la Agencia de Residuos de Cataluña. Su departamento es de los que marca la política y ejecuta un presupuesto de inversión: «En los últimos años hemos pasado de la empresa de limpieza al operador capaz de reducir el impacto socioeconómico de los residuos», comenta.
Una de esas empresas especializadas es Cespa, filial de Ferrovial con más de 16.000 empleados, 1.000 millones de facturación al año y entre seis y siete millones de toneladas de residuos tratadas ejercicio tras ejercicio. Su responsable de Desarrollo Tecnológico, Ferrán Relea, conduce sus argumentos entre lo tecnológico y lo económico: «El tratamiento de residuos requiere respuestas técnicas aceptables para el medio ambiente. El hecho es que los costes han subido a medida que ha ido cambiando la normativa y la innovación sólo se mueve en función de los drivers económicos».
Relea asegura que la gestión de basuras, urbanas e industriales, es altamente rentable a la vista de los resultados: «En Cespa hemos invertido más de 600 millones en instalaciones de gestión de residuos entre 2006 y 2010. Solemos gestionar esas plantas durante 15 años y por cada euro invertido generan 2,3 euros de volumen de negocio». De hecho, la primera planta de selección automática abierta en España, concretamente en Murcia, está entre las referencias de Cespa.
Bajo el punto de vista de Relea, las políticas ambientales están animando un sector que en España busca referencias para competir en el exterior. Pero una de las barreras es el coste frente al vertido: «Mientras el vertedero sea una solución barata se estará restando estímulos a la investigación», advierte el directivo de Cespa.
Un problema que, a juicio de Jordi Renom, de la Agencia de Residuos de Cataluña, se soluciona con una legislación «más avanzada que evite prácticas no adecuadas como los vertidos a bajo coste». Bien es cierto que Europa tiene un marco restringido a la directiva marco de Residuos, pero «la transposición de la misma con fecha límite en diciembre de 2010 es determinante», señala Renom.
Apuesta política por la I+D
Las compañías especializadas en trabajar con residuos se nutren de desarrollos propios y de tecnología aportada por empresas como la alemana Stadler Selecciona. La misión del proveedor es aplicar esos avances a la demanda de un mercado que forman las citadas gestoras de residuos y, un escalón más arriba, las propias Administraciones. «El aspecto económico condiciona la demanda de tecnología en el sector. Con la actual crisis las empresas intentan mejorar los rendimientos de las explotaciones optimizando entre otras cosas la tecnología», explica Luis Sánchez Vela, director de Stadler para España, «si no hay una apuesta económica difícilmente se introducirá la tecnología en las plantas». Y se refiere a distintos avances, como los Rayos X aplicados a la clasificación de residuos, para argumentar que «el precio del tratamiento se ve afectado por el uso de una tecnología u otra».
En España se ha avanzado en separación de los materiales que llegan a las plantas y en valorización energética, pero aún queda camino por recorrer. Y a juicio de los expertos se avanzará, no tanto por el valor de los materiales reciclados, como por el coste de la energía -los residuos pueden utilizarse como combustibles alternativos con un poder calórico competitivo-, la amenaza del agotamiento de los combustibles fósiles, o por el CO2 evitado en los vertederos. Son algunos de los drivers o estímulos que, según Ferrán Relea, mueven a investigar e innovar.
¿Y qué opinan los observadores de la consultoría y del ámbito universitario? ¿El momento actual anima la inversión en tecnología para mejorar en el manejo y transformación de los desechos?
Mario Ortega, del departamento de Sostenibilidad y Cambio Climático de KPMG, recuerda que el escenario que se maneja para 2050 obliga a una rebaja en las emisiones de gases de efecto invernadero del 80%, lo que alimentará la creciente industria del uso eficiente de los residuos. Pero es una meta que confronta mal con la realidad actual: «Más del 50% de los sectores emisores, como el de transportes, están fuera del mercado de derechos de emisión. Tarde o temprano terminarán entrando en el marco de los compromisos de la Unión Europea», espera Ortega.
Por otra parte, el consultor de KPMG recuerda que industrias como la cementera están teniendo problemas de disponibilidad de residuos convertidos en combustibles por las dificultades para su circulación. Otras veces, a pesar de tener acceso a ellos, las propias comunidades autónomas frenan una mayor valorización en los hornos industriales.
Todos asienten cuando se habla de la falta de una armonización de estrategia política entre Comunidades Autónomas en este apartado y de la gran distancia que separa a España de países como Alemania, Austria o Finlandia, punteros en valorización.
Desde la Universidad de Murcia, el catedrático de Microbiología, Juan Carlos Argüelles, apuesta por medidas coercitivas como es la de incrementar la fiscalidad a los usos menos sostenibles, tanto en los hogares como en la industria. Un punto en el que coincide claramente con Relea y Sánchez: «Cuando el vertedero tiene un alto coste se termina buscando innovación para evitar que los residuos acaben allí», dice el director de Stadler.
El profesor Argüelles también se inclina por seguir haciendo hincapié en la educación. «Una separación de los residuos en origen simplifica el proceso de tratamiento». Y propone que el sector venda innovación a la Administración familiarizando la gestión de basuras y desechos industriales con el concepto de salud.
La charla llega a un punto de acuerdo en que la apuesta por la innovación y desarrollo es siempre crítica en este negocio. Relea pone sobre la mesa un ejemplo gráfico: «La Ley pide que el operador de un vertedero lo vigile durante 30 años una vez clausurado. ¿Cómo lo haces si no has trabajado bien, aplicando innovación, durante su vida útil?», se pregunta. Según su experiencia en Cespa, «la Administración estimula la I+D con sus políticas, pero las empresas son protagonistas en su aplicación en función de sus necesidades».
Incentivos para seguir invirtiendo
Si la iniciativa Ecoembes ya se convirtió a finales de los años noventa en un espaldarazo para que las empresas que se dedicaban a recoger las basuras invirtieran en su tratamiento automático, el sector pide ahora nuevos incentivos para seguir avanzando y generar nueva experiencia de cara al trabajo en el mercado exterior.
Entre los pasos que está dando el Ministerio de Industria se incluye una propuesta para abrir un registro de combustibles derivados de residuos. Un hecho que, a juicio de los expertos, debería incidir en una circulación más fluida de este tipo de soluciones para la industria en sustitución de los combustibles de origen fósil. Y una mejor circulación se traduce en colocar la oferta más cerca de la demanda.
«Todos los pasos que se den para crear un clima favorable a la valorización de residuos son positivos para el sector y también para el país», afirma el jefe del área de Desarrollo Tecnológico de Cespa, Ferrán Relea. Más allá de esta acción en proyecto, Jordi Renom, de la Agencia de Residuos de Cataluña, califica de exitosa la experiencia de la plataforma ETER de cara al trabajo de recogida y tratamiento. Se trata de una base de datos de residuos peligrosos en la que «todas las comunidades autónomas se han puesto de acuerdo sin problema alguno».
La experiencia ETER, nacida en Cantabria, Cataluña, País Vasco y La Rioja, respondía principalmente a un riesgo y una necesidad. El problema era la dispersión de los canales de información en materia de residuos industriales en España. Y la demanda de la industria es la de facilidades para invertir en tecnología aplicada a la gestión ambiental de los residuos.
La de un mayor uso de materiales biodegradables es otra opción que pone sobre la mesa el catedrático de Microbiología Juan Carlos Argüelles. Un camino preventivo que, a medio plazo, pasa por incentivar el uso de materiales menos complejos a la hora de ser tratados y recuperados.