El pasado día 2 de junio se dio por finalizada la peor catástrofe ambiental ocurrida en España en lo que va de año. Después de 20 días lanzando gases tóxicos a la atmósfera, los neumáticos del vertedero ilegal de neumáticos de Seseña terminaron por consumirse tras un largo e imparable proceso de combustión. El almacén acumulaba cerca de 100.000 toneladas y el fuego ha arrasado alrededor de 88.000, según cálculos del Gobierno de Castilla-La Mancha. El humo negro que ha estado emitiendo durante casi tres semanas es una auténtica «bomba química» que reviste aún mayor gravedad por tratarse de compuestos químicos que son acumulativos en el organismo humano. Durante ese tiempo, ha habido vecinos desplazados de sus casas, colegios cerrados y niños sin clases y agricultores que no sabían a quién acudir para saber si sus productos se podrían o no consumir de forma segura.
La Fiscalía de Medio Ambiente quiere acabar con casos como éste. El fiscal coordinador, Antonio Vercher, ha pedido a todos sus colegas delegados en diferentes provincias que localicen y actúen contra cualquier otro vertedero ilegal del que se tenga conocimiento en toda España. En concreto, ha incluido en el ya tradicional -comenzaron en 2006- oficio de la Campaña de Incendios Forestales de este año 2016 una referencia específica para que se lleven a cabo este tipo de actuaciones. Según figura en el encabezamiento del texto, la petición fue enviada el pasado 24 de mayo de 2016. Sin embargo, según ha confirmado Vercher a este diario, el miércoles se envió un recordatorio a todos los fiscales especialistas insistiendo en la importancia de este asunto.
Aunque aún no se ha realizado ningún estudio preciso de este caso, se calcula -basándose en el único estudio realizado al respecto por la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) de EEUU- que el incendio de Seseña podría haber emitido cerca de 8.000 toneladas de partículas en suspensión, el 6,5% de todas las que se emiten en todo el Estado español en un año, además de otras más de 30 sustancias peligrosas para la salud.
El control de vertederos que pudieran ser la causa de incendios forestales ya se incluyó en el oficio del año 2010, pero, sin duda, el caso de Seseña ha puesto de manifiesto un problema conocido desde hace años, pero que nunca había pasado a la primera línea de la opinión pública. «En el presente ejercicio se considera procedente hacer referencia a otra cuestión que se ha venido observando en la práctica de nuestro ejercicio profesional y que puede tener importantes repercusiones desde el punto de vista ambiental», cita el oficio recién enviado.
A pesar de tratarse del oficio de la campaña de incendios forestales, la comunicación insiste en la necesidad de actuar aunque no se trate de vertederos cercanos a grandes bosques. «Se trata de aquellos incendios que, sin poder calificarse como incendios forestales por no afectar a monte o masa forestal como exige el código penal, sí pueden tener una importante incidencia ambiental», precisa el texto enviado por el fiscal Vercher, galardonado el año pasado con el Premio BBVA a la Conservación de la Biodiversidad enEspaña.
Además, la Fiscalía de Medio Ambiente ha enviado una relación de fichas elaboradas por las fuerzas policiales de todos los lugares detectados hasta la fecha en cada provincia en los que el riesgo se ha calificado como «alto o grave». La petición se extiende no sólo a los fiscales especialistas, sino también al Seprona, a las fuerzas de seguridad del Estado con competencias en materia ambiental y a los agentes forestales «para que identifiquen y comuniquen los supuestos depósitos o vertederos que existan al margen de la legalidad vigente, independientemente de que estén cercanos a masa forestal». El propio impacto mediático del incendio de Seseña ya ha tenido un efecto sobre estas acumulaciones de residuos. «Se están retirando muchos depósitos ilegales», cuenta Vercher. «Después del siniestro de Seseña, la gente ha cogido miedo y los están empezando a retirar», asegura el fiscal coordinador de Medio Ambiente.
En el oficio, Vercher cita la importancia y el peligro que ha supuesto un caso como el del incendio de Seseña. «Recientemente, ha sido noticia de notable repercusión a nivel nacional el gran incendio desencadenado en un inmenso depósito ilegal de neumáticos fuera de uso radicado entre las provincias de Toledo y Madrid y que ha tenido una incidencia ambiental fuera de toda duda […] por las consecuencias que podría tener para la salud respirar aire contaminado por las sustancias desprendidas en la combustión de los residuos», asegura en el texto.
Según la EPA norteamericana, la combustión del material del que están fabricados los neumáticos emite 34 sustancias peligrosas para la salud: partículas, aromáticos policíclicos, dioxinas, metales pesados, furanos… Además, en este tipo de incendios descontrolados, la columna de humo se dispersa sin control, en función de la dirección en la que sople el viento, recorriendo largas distancias cargado de tóxicos.
Tras el siniestro de Seseña, los grupos ecologistas pusieron el grito en el cielo por la gravedad del incidente. «En este caso aún no conocemos los datos de las mediciones si es que se han realizado, pero en otros incendios de este tipo los niveles de algunos contaminantes están hasta 3.000 veces por encima de los límites permitidos», aseguró Paco Castejón, coordinador de Ecologistas en Acción.
Por ese motivo, un equipo del departamento de Ecotoxicología y Sanidad Medioambiental de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona ha recogido tras el incendio de Seseña muestras de suelo, alimentos cultivados y aire para realizar un estudio y evaluar el riesgo que hay para la salud de la población. El estudio, dirigido por el catedrático José Luis Domingo, tendrá datos sobre metales pesados, dioxinas y furanos, e hidrocarburos aromáticos policíclicos para presentar sus recomendaciones a los vecinos a mediados del mes de julio.
A pesar del impacto de los depósitos de neumáticos sobre la opinión pública, Vercher insiste en la importancia de localizar todo tipo de acumulaciones ilegales, no sólo los de ruedas en desuso. «Son residuos inertes que no deberían causar mayor problema, a no ser que algún desaprensivo decida intervenir», opina el fiscal. «Es mucho más perturbador un vertedero lleno de cristales o sprays a 20 metros de una masa forestal», asegura.